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fue devastador. Más de un millón de visitantes

vacacionan en la zona anualmente y en los

últimos años los ingresos generados habían

aumentado de manera paulatina a la fenome-

nal cifra de mil millones de dólares. Además,

sobre un tercio de la fuerza laboral de Los

Cabos está empleada en hoteles, restaurantes

y otros servicios de turismo secundarios.

Los hoteles y complejos, entre ellos las

propiedades de tiempo compartido, sufrieron

daños enormes. Cerca del 60% de los aloja-

mientos para turistas pertenece a la categoría

de tiempo compartido, de acuerdo con el sitio

web de la Asociación Mexicana de

Desarrolladores Turísticos (AMDETUR). La

magnitud de los estragos fue variada y

muchas de las propiedades abrieron sus puer-

tas de nuevo a fines del mismo mes. Con fecha 7 de octubre cerca de

9.000 habitaciones estaban disponibles para el público. En diciem-

bre, unas 10.000 de las casi 15.000 habitaciones en Los Cabos esta-

ban listas para el uso de los visitantes.

Odile también causó estragos en el Aeropuerto Internacional de

Los Cabos, los cuales obligaron a suspender muchos vuelos prove-

nientes del extranjero, que en operaciones normales llegan a 250 por

semana. El servicio nacional se restableció 18 días después de la tor-

menta y el servicio internacional cinco días más tarde.

Reparando el daño…

Esta capacidad de reconstruirse en tan poco tiempo se debe en gran

medida a la cooperación entre los sectores público y privado. “La

recuperación de Baja California y sus destinos turísticos fue rápida

gracias a los esfuerzos de las agencia de gobierno y la determinación

inquebrantable de la población de Baja California Sur”, dice Claudia

Ruiz Massieu, Secretaria de Turismo de México.

Ricardo Orozco, director administrativo de Solmar Hotels &

Resorts comentó que su personal trabajó de manera incansable para

reabrir cuatro de sus cinco propiedades, 15 días después de Odile.

La quinta propiedad, Hotel Quinta del Sol, ubicada en el centro de

Cabo San Lucas, permaneció abierta todo el tiempo albergando a los

empleados cuyos hogares habían sufrido daños. También alojó a

miembros de las Fuerzas Armadas mexicanas y de la Comisión

Federal de Electricidad (CFE) mientras trabajaban en la restauración

de servicios.

“Luego del huracán no se contó con suministro de energía eléctri-

ca por varios días lo que hizo que la comunicación fuera muy difícil”,

dice Orozco. “Personalmente hice varios viajes al día al aeropuerto de

San José del Cabo, a 45 minutos de distancia, con el fin de contactar

a los oficiales de gobierno local y estatal y así obtener noticias sobre

la disponibilidad de vuelos para enviar a nuestros huéspedes de

regreso a sus hogares”.

Las cinco propiedades de Solmar sufrieron daños en las piscinas,

palapas y exteriores, explica Orozco. Además, hubo que reemplazar

gran parte de los cristales en las habitaciones. Todo el trabajo fue

costeado por el grupo hotelero, sus fundadores y propietarios, la

familia Bulnes.

…y haciendo mejoras

En Hacienda Encantada Resort & Spa en Cabo San Lucas, la admi-

nistración sacó el máximo provecho de la situación dado que imple-

mentó mejoras al mismo tiempo que se reparaban los daños. “No

solo restauramos todo lo dañado sino que también lo modernizamos

de manera que cuando nuestros socios y huéspedes vuelvan, van a

disfrutar de un producto fresco y actualizado”, dice Gabriel Macías

Dueñas, presidente y director ejecutivo de Mexico Grand Hotels. En

Hacienda Encantada solo 30 habitaciones sufrieron daños en el cielo

raso, ventanas y pintura gracias a las persianas contra huracanes que

se habían instalado y que minimizaron el impacto de la tormenta. No

obstante, la caída de árboles y derrumbes dañaron casi la mitad de

los jardines y las áreas públicas.

“El complejo reabrió el 11 de octubre y los trabajos de reparación

tuvieron un costo cercano a los US$4 millones. Tuvimos la suerte de

contar con un equipo muy dedicado, compuesto por personal del

hotel y cuadrillas de construcción, lo que nos permitió restaurar la

propiedad en menos de un mes”, dice Macías Dueñas.

La preparación valió la pena

“Nuestra buena planificación para enfrentar desastres aseguró que

todos los huéspedes de Sirena del Mar, de Welk Resorts en Cabo San

Lucas resultaran ilesos”, dice Jon Fredricks, presidente y director

ejecu-tivo de Welk Resorts. “Cuando Odile tocó tierra había unas 160

personas alojadas. Se les urgió a permanecer en sus unidades dado

que su construcción con barras de acero las hace muy sólidas. El

complejo estaba aprovisionado con comida para alimentar a los

huéspedes, propietarios y empleados durante varios días y además

como su cisterna estaba llena disponía de suficiente agua. Un día

después de la tormenta, los visitantes y empleados pudieron disfrutar

una comida de tacos y bebidas frías”, comenta Fredricks.

En los días siguientes, todos se mantuvieron informados gracias

a los videos y boletines disponibles en el sitio web del complejo.

Junto con hacer las reparaciones, que incluyeron casi un tercio de las

unidades, la piscina, recepción y otras áreas comunes, se aprovechó

de construir el nuevo restaurante, Estrella.

9

Antes

Después

Solmar Hotels & Resorts trabajó rápidamente para

reparar los daños ocasionados por el huracán Odile y

abrir las puertas de sus propiedades.